Nadie nos ha enseñado a qué hacer cuando algo nos duele. ¿Me tomo un analgésico?,¿lo ignoro y me distraigo con cualquier otra cosa?, ¿me sobrepongo heroicamente?, ¿me quejo y le hago la vida imposible a mi pareja?.

La cuestión es que nada de esto sirve a largo plazo; puede producir un momento de tranquilidad… pero luego vuelve.

En general, no nos gusta el dolor: no hay manera de evitarlo, nos amarga la vida y si lo sufrimos a menudo –o lo hemos sufrido de una manera muy intensa- nos marca definitivamente nuestra manera de ser.

Y es cierto, el dolor no lo puedo evitar y tampoco lo puedo prever; en muchos casos no soy responsable del dolor que tengo, pero sí que lo soy de la manera que reacciono al él. A veces, por evitar un dolor creamos otros dolores: me tuerzo el pie y acabo creando dolor en la otra pierna, la espalda baja y los hombros en mi esfuerzo por que el pie accidentado no me duela. Puedo convertir el dolor en una fuente de largo sufrimiento o puedo hacerme más fuerte aprendiendo a tenerlo.

Este taller tiene como objetivo poder distinguir nuestra reacción al dolor y aprender unas herramientas prácticas para parar el sufrimiento crónico.

Está dirigido a todos los que queráis aprender más acerca de qué hacer cuando duele, ya sea porque tenéis un dolor actual, o porque sabéis  que tarde o temprano volveréis a encontrároslo…